domingo, 31 de julio de 2011

crónica de una tragedia anunciada



Erick Almanza Ferrer

“La muerte de un hijo es siempre antinatural y por ello carece de nombre: entonces no se es huérfano ni viudo, se es simple y dolorosamente nada”: Javier Sicilia

El final no fue el final. Un injusto trueque llegó, el cambio de dolor por dolor, de incertidumbre por la laceración de la verdad.
La PGJ informó que con las pruebas de ADN realizadas al cadáver de una mujer hallado en la Vía Atlixcáyotl hace algunos días, se confirmaba que el cuerpo correspondía a quien en vida llevara el nombre de Thalía Martínez Ramírez, la estudiante de Comunicación de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (Buap), que se encontraba desaparecida y cuyo caso penetró en la sociedad a través de las redes sociales.
La búsqueda terminó.
Ya no más rumores. No más funcionarios negando que el cuerpo hallado no era de la estudiante, no más contradicciones.
También las lágrimas llegaron, la debilidad en el cuerpo, el aire que se vuelve más denso y pesado y dificulta el respirar, el frío en la espalda y el vacío en el estómago.
Llegó el momento de la despedida.
La familia de la joven pudo darle el último adiós en la capilla 7 de la funeraria Valle de los Ángeles donde se llevó a cabo la misa de cuerpo presente antes de enterrarla en el camposanto del mismo nombre.
Flores azules y blancas dieron un poco de vida al lugar postradas sobre el féretro con el cuerpo de la joven.
Bajo una imponente cruz de madera el cuerpo de Thalía era custodiado por cuatro mujeres mientras el sacerdote trataba de consolar a los presentes con el mensaje de fe y de la búsqueda de esperanza, de que existe un lugar más allá, de que hay vida después de la vida.

(Entre tus manos está mi vida señor
Entre tus manos pongo mi existir
Hay que morir para vivir
Entre tus manos conmino mi ser

Y si el grano de trigo no muere
y sino muere solo quedará.
Pero si muere, en abundancia dará
un gozo eterno que no morirá.
Hay que morir)

La mirada de los familiares más cercanos no era de llanto en su mayoría, era una mirada perdida, desconectada de la mente, de incredulidad, de no entender que este capítulo de la vida fuera real.

(Dale Señor el descanso eterno y brille para ella la luz perpetua. El alma de nuestra hermana Thalía, por la misericordia de Dios descanse en paz.)

El recinto buscaba dar un hálito de esperanza, flanqueado en lo alto por imágenes de la crucifixión, muerte y resurrección de Cristo.
Los presentes cerraron el círculo; familiares, amigos y estudiantes, algunos simplemente solidarios, respaldando a los deudos, otros con el llanto contenido, unos más dejando fluir el lamento mostrando que la amiga no se había ido sola, que se llevaba una parte de ellos, llámese alegría, felicidades o complicidad.
“Fue una gran amiga, qué te puedo decir, no puedo creer que nos la hayan quitado” expresó uno de ellos al terminar la ceremonia eucarísticas, otros hablaban sin palabras, sólo podían abrazarse como pacto de que no estarían solos en su tristeza.

(Dale señor eterno descanso, por la misericordia de Dios descanse en paz. Dale la recompensa de la gloria eterna, dale señor eterno descanso)

Golpeados por el eco del mensaje tres generaciones enfrentaban de distinta manera el mismo hecho.
Una de las abuelas de la hoy occisa no logó controlar su ansiedad del momento golpeteando sus manos por varios minutos como queriendo arrancarse algo de entre las palmas, continuando en su tarea aun cuando otros trataba de calmarla.
Una joven se ausentó estando presente. El rostro con las secuelas de haber sucumbido ante el llanto, la mirada baja buscando respuestas, el peso del mundo a cuestas.
Una niña sonreía sin entender lo que sucedía en el lugar.

(Dios ha decidido llevarse a nuestra hermana Thalía con él para vivir el milagro de la vida eterna)

El sacerdote dio el mensaje final, enfatizando que más allá de la tristeza el que no tiene nombre volverá el cuerpo frágil en un cuerpo glorioso
Después llegó un hiriente silencio seguido del pésame hacia los deudos.
El cuerpo de Thalía Martínez Ramírez fue enterrado después de las 17 horas. La familia pidió a través de su abogado no tener más contacto con los medios de comunicación. Las cuentas de Twitter y Facebook buscando a la universitaria dejaron de existir, el siguiente capítulo de la historia se escribe ahora en las instancias encargadas de la justicia.

(Señor, me has mirado a los ojos
sonriendo has dicho mi nombre
en la arena he dejado mi barca
junto a ti buscare otro mar.....)

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